

Hierve el Agua ha sido reconocido como un probable lugar sagrado de los antiguos zapotecos. Aunque es excepcional la belleza conferida al sitio por sus grandes contrastes naturales, pues está en el corazón de una abrupta sierra que durante el estiaje se caracteriza por su extrema aridez, el principal atractivo lo constituye el espectáculo que ofrecen dos impresionantes cascadas petrificadas, la primera de 30 metros de altura y la segunda de 12 metros aproximadamente.
Formadas por escurrimientos de agua carbonatada desde los manantiales situados en la parte superior de las peñas. De estos manantiales se proyecta el agua por sobre las formaciones, originando nuevas capas pétreas que se proyectan hacia una barranca de más de 200 metros de profundidad.







